He escrito cientos de
poemas y aún así
no es nada, para llenar el
vacío que hay en mí.
Sueño con la felicidad
y sólo
a veces,
soy capaz de rozarla
con la yema de los dedos.
Que miro al cielo
para que el sol me inunde
con sus rayos de sol
y que se me aclaren las
ideas;
-y tonta de mi-
no me doy cuenta
de que pronto se hace de
noche,
y las ideas cambian.
Todo lo que creía realidad
es simple
imaginación, la de los
cuentos de hadas
-donde la magia irradiaba.-
los que mamá me leía cada
noche
para que me durmiera en un
mundo
de fantasía.
Y así hice,
cerré los ojos y me dejé
elevar por la magia,
sin saber
que la caída
iba a ser toda la realidad
plasmada
en un corazón hueco
roto
en mil piezas
imposibles de colocar.
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