Este frío que inunda, este escalofrío
que me recorre al pensar en tu ausencia.
Sentimientos a flor de piel
o llamale agua que roza mi mejilla,
al ponerme en situación con tu lejanía.
Darte un corazón en pedazos cual puzzle
de mil piezas,
y en este abrir y cerrar de ojos,
(el mismo tiempo en el que te perdí)
que ya lo hubieras completado.
Y,
pensar.
En cada momento y cada caricia
que me has dado.
Que ese escalofrío del que te hablaba
antes, no es nada, comparado a lo que me hace
sentir tu sonrisa.
-Y qué sonrisa.-
Y que mis letras,
dejan de tener sentido al verte,
porque la sensación que me produce el
mínimo roce de tu dedo índice en mi mejilla,
no es comparable con el Edén
que no hablen de paraíso
si no se han perdido
en tu mirada, de la misma forma que
lo he hecho yo.
Sin retorno.
Y sigo ahí, perdida y cómoda.
Embobada en tus adentros,
en tu más mínimo movimiento.
En tus más íntimos te quiero,
en tus idas y venidas
en tus lágrimas más efímeras,
en tu risa más bonita.
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