Tú: Pronombre tónico, segunda persona, singular.
Aunque, profundicemos más.
Si digo tú, no me refiero a cualquier persona, me refiero a él.
Él: pronombre tónico, tercera persona, singular.
Si seguimos profundizando, sabrás que él, es especial. Aunque siga siendo tónico, pero de mí, de nuestra lluvia del alma.
Nosotros: pronombre tónico, primera persona, plural.
Conjugamos verbos sin faltas de ortogafría, como los labios llenos de heridas que nos arreglamos y remendamos a base de besos.
Nos versamos el alma y aunque esté negra, aunque hayamos perdido partidas donde salimos peor que de un Jumanji.
Hacemos que nuestra historia tenga un trasfondo más importante que cualquier parecido que podamos tener;
que cualquiera verso que nos hemos podido escribir, que cualquier apuesta o reto que nos hayamos propuesto.
Porque la poesía, según tú, él, nosotros
es lluvia, es niebla, es esperanza, es espera, es destrucción, es desahogo, es vida.
O simplemente, la poesía es una obra literaria escrita en verso, donde solo buscamos una vía de escape que no sea gritarnos, lo mucho que nos odiamos, o lo que nos queremos; ¡qué más da! Si la pasión de amar y odiar es la misma. Que lo hacemos con la misma fuerza.
Que nos odiamos por lo mucho que nos queremos.
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