El arte de ver el atardecer
contigo,
mientras comemos pipas
en un banco,
a las orillas de una playa.
Mientras escuchamos a Mark
con su guitarra;
y nos deshacemos en la arena
con el olor a salitre, entre
el mar,
las pipas,
y nuestro sudor veraniego.
Con tu esencia de Atlántico
junto con mi mirada
reflejándote
en ella.
Que de forma aleatoria
llegamos a este punto
y que no paramos de crecer
-en todas las formas
posibles.-
Volamos de formas
inimaginables,
de las que nadie tiene ni
idea
de lo que pasamos
para hacerlo de la manera
en la que tú y yo sabemos.
Exactamente libres, como los
cormoranes.
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