Estoy en la ventana de la
que tanto habla
un cierto poeta.
Captando cada sensación que produce la brisa coruñesa
con su aire primaveral.
Me lo imagino a él, al poeta
viendo cada noche, lo que se asoma
y escuchando ese silencio profundo y cálido
que te da esta ciudad.
No está. Ni Él. Ni yo.
Quizás yo sí, pero el viento del Norte
se ha llevado toda mi concentración del móvil
y ha hecho que la inspiración fluya
y mis letras bailen un vals con el lápiz y el papel.
Hablándole a él.
Yo no buscaba un co-protagonista en mi historia,
tampoco buscaba una sonrisa donde agarrarme en el precipicio
de mi vida.
Pero octubre hizo de las suyas y a mi miedo ahuyentó,
e hizo que me volviera a dejar caer
en las maniobras del amor.
Por él.
Por sus medias noches en vela
y sus domingos, que los convirtió en nuestros
junto los lunes, mágicos con su esencia.
Y sin comerlo ni beberlo, hizo del invierno
un otoño eterno, y convirtió
la primavera, en un verano cálido
y
sincero.
un cierto poeta.
Captando cada sensación que produce la brisa coruñesa
con su aire primaveral.
Me lo imagino a él, al poeta
viendo cada noche, lo que se asoma
y escuchando ese silencio profundo y cálido
que te da esta ciudad.
No está. Ni Él. Ni yo.
Quizás yo sí, pero el viento del Norte
se ha llevado toda mi concentración del móvil
y ha hecho que la inspiración fluya
y mis letras bailen un vals con el lápiz y el papel.
Hablándole a él.
Yo no buscaba un co-protagonista en mi historia,
tampoco buscaba una sonrisa donde agarrarme en el precipicio
de mi vida.
Pero octubre hizo de las suyas y a mi miedo ahuyentó,
e hizo que me volviera a dejar caer
en las maniobras del amor.
Por él.
Por sus medias noches en vela
y sus domingos, que los convirtió en nuestros
junto los lunes, mágicos con su esencia.
Y sin comerlo ni beberlo, hizo del invierno
un otoño eterno, y convirtió
la primavera, en un verano cálido
y
sincero.
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