domingo, 25 de octubre de 2015

Heart.

No sé si es la poesía
la que me sale del alma
o si eres tú,
que me llenas el corazón.

Mis letras no tienen sentido
sin tu presencia;
sin ti
no hay letras.

Huir.

Escapar de ti 
o contigo
qué mas da;
si el destino habrán que nos encontremos
en el camino.

diecisiete añitos, fiera.

Este frío que inunda, este escalofrío 
que me recorre al pensar en tu ausencia.

Sentimientos a flor de piel
o llamale agua que roza mi mejilla,
al ponerme en situación con tu lejanía.

Darte un corazón en pedazos cual puzzle 
de mil piezas,
y en este abrir y cerrar de ojos,
(el mismo tiempo en el que te perdí)
que ya lo hubieras completado.

Y,
pensar.
En cada momento y cada caricia
que me has dado.
Que ese escalofrío del que te hablaba
antes, no es nada, comparado a lo que me hace
sentir tu sonrisa.
-Y qué sonrisa.-

Y que mis letras,
dejan de tener sentido al verte,
porque la sensación que me produce el 
mínimo roce de tu dedo índice en mi mejilla,
no es comparable con el Edén

que no hablen de paraíso
si no se han perdido 
en tu mirada, de la misma forma que
lo he hecho yo.
Sin retorno.

Y sigo ahí, perdida y cómoda.
Embobada en tus adentros,
en tu más mínimo movimiento.

En tus más íntimos te quiero,
en tus idas y venidas
en tus lágrimas más efímeras,
en tu risa más bonita.


Fraternidad que no se elige.


                                        A Clau



Y como no, tu risa.

Déjame decirte que se ha convertido 
en la mejor medicina
en un hogar 
donde sentirme protegida
que mejor lugar
que el corazón de una hermana
para sobrevivir
a cualquier holocausto,
a cualquier terremoto que pueda surgir
y que me haga caer.

No me importa levantarme
porque gracias a ti
tengo la vida acomodada, hermana.

Teoría de los mundos.

Tengo el mundo al lado,
escucho su respiración entrecortada,
por la rapidez de las cosas,
supongo. O no.

Puede que sea el beso que le di
o quizás
de las caricias que le doy en sus lugares más íntimos
y profundos.
O quizá,
la respiración que escucho,
es la mía;
tras su beso, tras su caricia,
tras mirarle a los ojos.
Tras ver que mi mundo,
no es el mismo que para los demás,
si no
que mi mundo, tiene dos corazones
    el suyo
                                     y el mío.

Café.

Besarte hasta el alma
hasta el amanecer,
volando y dormirme en tu pecho.

Despertarme más despeinada de lo normal
y con cara de haber pasado una mala noche
cuando todo lo contrario.
Y que tu aroma,
junto con el del café
me hagan sonreír.

Que me acaricies con el cariño de tus manos
y volvemos a empezar, 
entre beso y verso
como si fuera noche,
volamos.

Sin miedo al tiempo, sin preocupaciones
y me haces sentir
y me haces volar
una y otra vez.


Y así se enfrío el café.

Calma.

Vente, empecemos con caricias,
con miradas cautivas
con besos breves
y versos leves.

Sigamos con sonrisas cómplices
con juegos, que,
acaban en besos
y besos que acaban en juegos.

Terminemos abrazados, en silencio,
pero no de ese incómodo
el silencio que calma el mar
ese silencio bonito, al que no le hacen falta palabras
para describir lo especial.
                             -que eres-

Eclipse lunar.

Observo la luna,
hoy, tan grande, tan brillante.
Son las tres de la mañana,
me pongo Sharif de fondo
mientras veo como la luna se esconde;
como de repente se pone roja
al ver al sol
-es tan tímida como yo.- pienso riéndome.
Se pone roja como cuando te miro
y me sonrojo.

Ya son las cinco,
como los cinco dedos de mi mano 
que se imaginan acariciando tu espalda.

Vaya, acaba de sonar nuestra canción
y le sonrío a la luna
que deja de sonrojarse,
parece, que ya está más a gusto con el sol.
Pero joder, mira como brilla, es preciosa;
y mientras pienso esto
encajo piezas del puzzle
y veo,
que la luna y yo no somos tan distintas
que nos comportamos igual,
al ver,
a nuestro                   sol.
     

sábado, 24 de octubre de 2015

Quédate.

Dormirme en tu pecho
escondiendo la cara, para que no veas
que estoy soñando contigo.

Dormirme con tu aroma y 
el tacto de tu piel.
Despertarme y 
que tú ya estés despierto,
-como siempre-

Besarte brevemente la mejilla,
acurrucarme en tu cuello,
susurrarte mis mejores buenos días
y dártelos.

Darte mis mejores momentos y
compartir los tuyos.
Fumarnos la vida a base de tabaco aliñado
a base de besos y caricias
de sexo y risas
de fotos estúpidas y enfados.
Enfados que acaban en polvos de reconciliación.
-Que amor, ya sabes que son los mejores.-

No te vayas, me quedan muchas letras que escribirte.

Miedo.

Miedo
podría llamarle miedo a lo que siento
o vacío 
quizá.

Pánico a la soledad
a no poder estar ahí cuando
(me) necesites.

Miedo a perderte
no solo a ti,
a los momentos.
Miedo a despertarme de este sueño
miedo a no despertarme junto a ti;
a respirar por respirar.

Porque vivir (sin ti)
no es lo mismo
que
sobrevivir.

Eres mi kit de supervivencia.

       Y me dices que me calle solo para hacerme rabiar, porque te encanta que te cuente cada una de mis historias sin sentido; anécdotas del pasado que no te importan, pero te gusta ver mi cara al recordarlas. Como me río sin causa alguna o como me enfado al ver que no me estás escuchando, como me das besos de perdón y como te perdono a base de caricias.

      Cada tarde que se basan en canciones y siestas en modo cuchara, cada pitillo inacabado, cada "Joder no te aguanto" que ha acabado en mi abrazándote por la espalda y besándote el cuello. Sentirme vacía en cada despedida, aunque sepa que en unos días te veré, sentir el vació que me invade.

      Verte y llenarme
      de amor, de pasión, de besos
      no sé amor.

     Tú dame tus buenas noches que yo me encargo de los buenos días.