No me importa pecar, quiero vivir en tu infierno.

Cuéntame los lunares
mientras pecas
mientras me besas
en todas partes.

No dejes de mirarme
mientras pecas
en mi,
otra noche
sin arrepentirte.

Mientras pongo nuestra canción
déjame pecar a mi,
por una vez, 
que no me voy a ir.
Que te repetiría en cada noche
como si fuera la última
en la que te miraría.

Que tengo envidia de tus sábanas 
cada noche
por poder tocarte, 
que miraría cada vez que te muerdes el labio
y se te tensan los músculos, 
cada vez que me quitas el sostén.
Que tu mirada me penetre el alma
cuando me agarras la mano en cada orgasmo.

Venga ya, no me jodas,
¿no lo ves?
que cada vez, que nos besamos
creamos
terremotos
internos
en nuestros estómagos.
Dicen que son mariposas, yo tengo 
la teoría de que son almas
queriendo 
fundirse
en una.

Ponme música que de relajarnos, ya me encargo yo.

Te acariciaría a ritmo de Brothers in arms
pero con la pasión de Fiesta Pagana,
haríamos el amor formando de nuestros cuerpos
sintonías donde sólo tú y yo podríamos entender la letra.
Donde follar con Paradise City y seguirle el ritmo
no se compararía a las noches donde hacemos
de nuestra cama
el Amazonas.

Que la cama 
es nuestra trinchera
y no hay mejor cobijo
que tu pecho, donde me salvas de nuevo,
de cada caída -de lágrimas-
y haces que sonría sin necesitar
apuntarme con una pistola a la sien.

Que verte sonreír es cabar mi propia tumba
y tu mirada,
mi renacer.

Mirarte es un bucle infinito de sensaciones
donde me pierdo,
donde vivo sin razón,
o con ella,
no importa, si somos dos
locos,
llamemosle así,
enamorados.

Ausencias.

En la solitaria noche
donde tú no estás
se encuentran en mi cama
los recuerdos
de un tiempo atrás.

Donde nuestros labios
culminaron guerras
haciendo a los dos bandos,
ganadores,
donde no había ni malos ni buenos,
solo besos
que transmitían lo que nuestros cuerpos,
deseo.

En esta noche tan solitaria,
te extraño en mi ventana,
empañada del frío,
solo me queda, mirar 
en mi cajita lila,
tus recuerdos y algún que otro b(v)e(r)so.

Enciendo el móvil, lleno de mensajes
y tú no estás, 
y yo
entro en tu conversación
para volver a sentir con tus palabras
la calidez de tu sonrisa, 
y tenerte cerca 
por unos instantes.

Y, que en esta jodida noche solitaria,
en mi cabeza, sólo estás tú,
con tus canciones aleatorias,
con tu corazón en mi pecho,
con tu respiración entrecortada,
tímida, en mi oído
susurrándome,
un te quiero.

La puta realidad.

Eso, desliza tus labios creando una curva hacia arriba

que hoy me apetece tener un accidente en ella,

y que tus besos me devuelvan a la vida

como si fuera un desfrivilador.

Como cuando me salta el corazón del pecho

cuando me rodeas con los brazos.

Mejor, no me pongas anestesia,

que este viaje prefiero hacerlo a pelo aunque duela,

como cuando te alejas en una despedida

en cualquier estación.

Que prefiero ahogarme

que callarme los orgasmos.

Que aunque vea todo negro, como un ciego

tus manos, me traen ceras de plastidecor,

del formato grande,

como lo son tus pupilas cuando me observas

proclamándome diosa

cuando estás entre mis piernas.

Que prefiero una realidad contigo

a un mundo imaginario lleno de analgésicos.

Porque tú, eres el mejor salvavidas

que pudo aparecer

en este accidente en tu propia sonrisa.

En una playa del Atlántico.

La verdad es que me he puesto The Police ahora mismo para escribir,

quizá es que son tan sensibles y tan fuertes

que hacen que me acuerde de ti.

Quizá debería estar estudiando...

pero me apetece más escribirte,

recordar(te);

a ratos

soñar(te)

en la noche

amar(te)

por el día

y

sonreír(te)

al viento

o al mar, que tú

eres más de costa...

Pero qué te voy a contar de mar y viento,

si vivimos en la tierra de Breogán,

y estos... cuando se juntan son invencibles.

Como cuando tus labios forman una sonrisa

al acto seguido de besarme.

Como cuando nuestras miradas

crean tormentas

de la electricidad que crean.

Como cuando, tu mano derecha

y mi mano izquierda

bailan un vals

en la gravedad, sin dejar

caer

la una

a

la otra.

Frío norte.

Voy a fumarme este pitillo,
en esta noche solitaria
mientras no te desnudo con la mirada,
voy a leer tus versos
que me llenan el alma.

Mientras me fumo este cigarro
voy a recordar tu mirada,
tu sonrisa y tu forma de andar
hasta la cama,
donde ahí
hacemos mejor poesía
que cualquier poeta bohemio.

Mientras acabo el cigarro,
cerraré los ojos,
sonreiré
porque recordaré 
tus pestañas rozando tu piel.
Porque no hay arte,
ni en pintura, ni en literatura
que describa,
tu mano,
acariciando mi cintura.

Jaque mate.

De repente me hizo jaque mate
arrasando con mis peones,
mis alfiles
             mis caballos
       mis torres.

Todos destrozados bruscamente
exceptuando a mis reyes
que lo hizo      despacio.
Doliendo
        el doble de fuerte.

Primero, la reina
a base de besos de mentira;
y luego, al rey
olvidando el presente
                       deshaciendo el futuro.

Y aquí estoy, ante el tablero
descifrando su jugada
sin llegar a     nada,
intentando recolocar cada pieza
con aguja e hilo.

Me pidió que le escribiese y le versé.

Te versaré, tal y como me pides
te versaré el tiempo que haga falta
solo 
por ver en tu mirada de felicidad.

Ese brillo, que se te acentúa al leer Vigo es Vivaldi.
El brillo, que sobresale, al verte a los ojos mientras te susurro un te quiero,
Sincero.

Ese brillo, que hizo, que me perdiera en tu mirada,
avanzando hacia la luz
hasta llegar al paraíso de tu corazón.

Que por cierto,
lo siento
pero estoy cómoda en ti, ya me he mudado, y no puedo salir,
he tirado las llaves al vacío.
Como cuando saltamos 
con miedo, pero con ganas
por el precipicio de poemas
que nos camelaron el alma
e hicimos a caricias.